Y voy
y estoy,
y ando entre ayeres y mañanas,
entre ruidos de ecos disparados.
Atras de todas las riberas,
allá y acá,
donde siempre canta un ruiseñor
y se enamora un capullo,
donde el tiempo se hace ruido
y la esperanza se hace escarcha.
Siempre abanderado de otra causa
destapando quiméricas razones,
algunas sin sentido
con dolores de muertos que no mueren,
saliendo de ataduras sin salir,
así,
casi cansado de caminar por el tiempo
como un niño amamantado de sol y urdiendo por dentro
la nueva canción de la misma música.
Y voy
y soy
y seré
y traspiro furia por el pelo
por la raiz del alma de poeta.
Cantaba una canción y salió un balazo,
soñaba una armonía y se rompió el hilo
añoraba una igualdad y desapareció el hermano,
aún así voy y soy
y respiro polen de los sueños
en el campo minado
donde se perdía todo
y se perdió.
Se perdió la esperanza azul del poeta,
la palabra dicha se confundió con lodo
y se murió todo.
Así voy,
bebiendo vino rojo de sangre derramada
que aún late en las calles de Santiago
y se funde detrás de la Alameda
con la lluvia de polvo y de ceniza.
Y aun voy
galopando en tortugas milenarias,
para vengar la rota esquela de esos sueños
aún voy,
aún soy,
aún llega llorando la mañana
con su sermón de ardor y de violencia
que se da rotunda cada día,
cuando el pájaro que canta no despierta
y suena una sirena y una marcha.
Así
con todo eso,
aún voy
aún vivo
aún sufro,
aún espero caminar libre por esas Alamedas
que cada día se funden con la pena
y se alarga la suerte que condena