Era una rosa
firme, entera
y altiva,
con su tallo largo.
Se mostraba
orgullosa
y bella.
Era admirada.
La reina
del jardín
se destacaba
entre los malvones
y jazmines.
Una mañana,
la llevé
al mar.
Allí un fuerte viento,
la deshizo.
Sus pétalos
cayeron en la arena.
Una ola
vino
y se los llevó.
Se mecían
mientras se alejaban
mar adentro.
Me dejó sola
en la playa.
Quizás mar adentro,
surgirían
como un milagro,
rosas en el mar.