Es la luna tan clara
en su dibujo permanece un iris
volutas de humo que crecen
sonidos indecibles que naufragan
en pabellones interminables.
Metales iridiscentes que descifran
su brillo, en la noche plena de sombras.
Un vuelo de gansos, de aves nocturnas,
de regreso al valle de los incendios y
la madera, entre el plumaje sonoro
de la tierra.
Yo combato reinos de ocres terraplenes,
de vasos verdes, de copas incesantes,
de sepulcros abandonados, de castillos vacíos.
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