Hespéride divina,
efigie primorosa,
radiante sol que brilla,
vestigio de una aurora.
Estampa de odalisca,
estela cegadora,
icono de apostura,
antífona armoniosa.
Flamante relicario,
de mil piedras preciosas,
figura cimbreante,
rumor de caracolas.
La sílfide que etérea
y el halo que en la atmósfera
derrite las pupilas,
en perlas brilladoras.
Estatua de una Venus,
la gloria de las odas,
modelo de hermosura,
ondina encantadora.
Esbelta donosura,
mi ninfa más airosa,
gallarda lozanía,
deidad, dueña y señora.
Sublime perfección,
el crespo de las olas,
fetiche distinguido,
perfil de esbelta diosa.
Mi náyade atractiva,
fontana donde brotan
torrentes de belleza,
visiones fabulosas.
Su cuerpo y sus contornos,
sus ojos y su boca,
su pubis y sus senos,
el aura de su aroma.
Deleite de mis sueños,
delirio de mis horas,
idílico pasado,
quimera fantasiosa.