Amada mía,
soy de ti solo,
por ti me muero,
regalo mío;
mía te siento.
En vuestro arder de llama viva
ardo, lumbre de fuego,
que el pecho venturoso
lleno está de mi amor
que abrasa dentro.
Amada mía,
entre mis manos
tus crías saltan
de gozo
-oh deliciosos senos,
oh rato acariciando,
perdiéndome
en los adentros de tu cuerpo,
milímetro a milímetro.
Amada mía,
sois mi prisión,
mi llama y nido.
Entrelazada
a mí
os quiero
ardiente
a mi sosiego,
junto a las flores
de mi huerto,
dándome el cielo azul
de mis anhelos...
Amado mío,
amando, árdeme el ardimiento
de los fervientes labios.
Soy tuya,
reclinando gustosa
mi pecho alzado
en ti,
enamorado.
Amada mía,
triscando los sedosos cervatillos
por el florido prado
en cálido regazo,
orlado
de encaje blanco,
mía te siento
amándonos...
Oh amado mío,
cuánto placer
eres conmigo
en el dulce encuentro
de mi tormento,
rompiendo el velo
de mis encantos...
Oh amada mía
deslizado el clavel
por entre tus muslos
se abre la rosa de tus pétalos
abrazada a él
en apretado abrazo...
(Salvador)