oscar perdomo marin

LA VACA

Oscar Perdomo Marín

 

LA VACA

 

 

La vaca excretó poemas

sobre el oxidado riel

del difunto ferrocarril.

 

Fue una montaña enorme:

toda la poesía del Mundo

en un promontorio de estiércol.

 

Sonetos, odas, versos libres, silvas,

los estilos de todas las escuelas

en un escarpado monte verde intenso,

azulado y marrón.

 

Los campesinos llegaron

de muchas partes para llevarse

una porción de excremento.

 

Trajeron en su caminata

el secreto deseo de obtener

una buena cosecha

de rozagantes papas.

 

Unos pensaron

en saludables pimientos,

berenjenas y rúgula.

 

Otros acariciaron

rojísimas fresas

y robustos melocotones.

 

Aquellos: toneladas de trigo

arroz y granos. Los otros:

alimento para sus ganados.

 

La interminable cordillera

de masa verde, negruzca

que la vaca dejó sobre los rieles

del viejo tren, fue desde aquel agosto

de 1945, una tromba de alimento

de inteligencias.

 

 

Hiroshima y Nagasaki

son un plato de la nueva barbarie

que se comió los sonetos

de Shakespeare y Petrarca.

 

La mesa está servida

con la Divina Comedia,

la Ilíada y la Odisea

las Rimas y Leyendas de Bécquer

el infinito sueño creador de Neruda

el vino de Khayyam

la nostalgia de Alfonsina

los dolorosos grises de Vallejo:

todo el dolor del mundo

hecho una montaña de estiércol

una cordillera de detritus

sobre los rieles

de un viejo ferrocarril:

una locomotora muerta,

la Historia que renace cada día

sobre el hongo japonés

la desmemoria de una Humanidad

que no sacia el apetito

de comerse a si misma.

 

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