Esta vez nada puede fallar.
Al fin has encontrado
un escondrijo infalible
y no podrán encontrarte.
El que se la queda
termina de contar
y comienza la búsqueda.
Conforme pasan los minutos
te sientes más seguro
de tus posibilidades de éxito.
De pronto escuchas pasos
acercándose,
contienes la respiración
y sientes como tus latidos
resuenan con gran fuerza.
Por un momento piensas
que tu corazón te va a delatar
pero los pasos pasan de largo
y entonces te das cuenta
que jamás podrían descubrirte.
Dejas pasar un tiempo
prudencial y te asomas
buscando tu objetivo.
Ves el camino libre
y decides dar el paso.
Corres a toda velocidad
y el corto trayecto
se te hace eterno.
Parece como si tus piernas
pesaran toneladas aunque al fin,
Jadeante y orgulloso,
llegas a tu destino
y lanzas el grito triunfal:
¡Por mí y por todos mis compañeros!
Pero al mirar a tu alrededor
compruebas que estás solo;
tus compañeros se han olvidado
de ti y se han ido.
Definitivamente,
esconderte dentro de tu piel
no ha sido una gran idea.