Mi mirada,
ansiosa de tí,
te busca a todas horas,
tras cada repique del reloj,
tras cada suspiro que muere en silencio,
pero tú, sigues sin saberlo,
sigues sin saber de la tormenta que desatas con tu sonrisa,
de lo dichosa que es la gente al verte pasar,
sigues sin saber lo que provocas con esa ternura acurrucada en tus pupilas,
con ese timbre de tu voz,
con ese porte al caminar,
sigues sin saber que tras cada mirada que te dirijo
se oculta un abrazo para tí,
un beso para tí,
una mano para tí,
una promesa para tí.
[...]
Pero tú, sigues sin saberlo.