¡Cuantos delirios de perdidos sueños
fueron muriendo con la luz del día;
llevando a cuestas el eterno anhelo
de una alborada, viendo sus pupilas!
¡Tantos poemas, tantas armonías,
que luminosas como sol nacieron;
entre las brumas se perdió su rima,
quedando solo lastimeros duelos!
Tejido en seda le construí su nido,
y con hilachas de amorosa entrega,
pinté mi sueño, en medio de la nada.
Quise brindarle, de mi amor su abrigo,
para mimarla bajo las estrellas:
¡Más nunca quiso la pasión de mi alma!
Autor: Anibal Rodríguez.