La muerte, horizonte claro de una vida en sombras
Costa donde arribará el polvo, como fardo inmune al dolor y olvido
Donde nacerá el pasado y empezará el silencio
Y la luz sea luto y la existencia ausencia
No morirán los versos de mi alma inquieta,
Cuando en la oscuridad me evoques
Y mi amor te alcance
Sobrevivirá lo que pienso,
en la conciencia clara y en mi lenguaje intacto
En la semilla que germina y en el fruto nuevo
La muerte, indulgencia plena de la edad y el olvido
Cielo póstumo donde nacerá una estrella
Donde la voluntad será libre y romperá cadenas
Donde el perdón será el silencio que viajará sin prisa
Y la lágrima será promesa y gratitud a la ausencia
No morirá el abrigo que brindo mis brazos
Ni el calor y el fuego que provocó mis besos
No morirá el crepúsculo al partir mis huesos
Renacerá el tiempo sin la presencia mía
En la memoria eterna del río, del manantial y el viento