Mi espalda tan cruel
incapaz de mirarla de frente,
auténtica e intachable,
moldeada a sus manos y mis manos.
De la luz y lo lúgubre,
que lleva peso entre el regazo,
que no descansa y tampoco duerme,
que permanece en vela.
Mujer de espalda que simboliza lo admirable
aquella también,
llena de esas otras,
como la magia y el arte,
Espalda que palpo impasible entre mis dedos,
inalcanzable abrazo que me doy,
para pocos nada,
y para otros,
todo.
Bea Ramírez
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