alicia perez hernandez

Me sedujiste…

Me sedujiste…

 

Me tomaste de la mano y me sedujiste a dormir contigo

querías sentir mi piel en tu piel y deseabas mi piel

en tu piel noches enteras de pasión y la vida en la vida de los dos

para bebernos el tiempo en un reloj sin horas y sin manecillas,

esa noche estrellada había la luz en tus ojos, y me vi en ellos

y me sedujiste a amarte con el fuego de tus ojos ardientes,

nos entregamos en cuerpo y alma y espíritu y deseos aquella noche.

Hicimos un derroche de amor atemporal sin excusas

y violamos códigos de puntualidad para tenernos y sabernos

y nos abrazamos al beso que tanto deseábamos sin tenernos antes

 nos dejamos llevar a la gloria de un cielo infinito sin purgatorio.

Nos arrullaron canciones de amor tejidas con la pasión de los dos,

y nos amaneció el silencio y sofocamos las ganas que ya teníamos, 

de poseernos con amor clandestino esa noche seducidos por amor

y se prolongó hasta el amanecer y me volví a ver en tus ojos, míos,

y fuimos lo que nuca habíamos sido y abrazados la pasión y los deseos

todas las noches y días abrazados por el tiempo que no fue nuestro

de aquellos abrazos faltantes cuando no te tuve mío y ahora eres todo mío.

Tenías que seducirme en tus brazos aquella noche de estrellas brillantes

con el reflejo de tus ojos en mis ojos, en un espejo de promesas.

Nada nos importó, era un tiempo nuestro y nos lo debíamos.

Aquellos abrazos nunca te hicieron feliz, no veías estrellas por la noche

y no te sentías volcán en erupción cómo te sientes conmigo.

Nosotros no contamos el tiempo el reloj no maraca las horas,

nosotros contamos besos y contamos abrazos y nos damos todo…

Para nunca irnos... y en esos silencios nunca olvidarnos.

Hicimos promesas en un espejo que nunca se rompe, 

prometimos con mil “te amo” hacer el amor todas las noches

en prosa o en poesía y cuando se junten tus versos con los míos

fuimos amores, pasiones y deseos de una noche inolvidable sin tiempo.

Me sedujiste y no pude resistir a tu encanto de poeta y loco enamorado.

 

 

Alicia Pérez Hernández... México 

No es la pluma la que escribes, es el alma

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