Quién sabe si en la locura
de escuchar al corazón
me pierdo en enredaderas
de flores mustias y arroz.
Arroz del arroz con leche
quizás me quiera casar
con un muchacho valiente
que viva cerca del mar,
que sepa abrirme la puerta,
el balcón y la tranquera
de alguna chacra con gente
que baila la chacarera
de mañana, tarde y noche
todo el día sin parar,
añorando una esperanza
para que puedan jugar.