“Cuento de un vate macilento”.
En cada estancia o pago
se oyen los mil y un cuentos,
muy humilde y sin halagos
es el mío en este momento.
De un mozalbete algo vago
con picardía y gran aliento,
no le valieron los zurriagos
de chispas era un portento.
Le apodaban el rey mago
en su muy raudo jumento,
decía venir de Cartago
en sus viajes con el viento.
Conocía los ríos y lagos
y el mar hasta muy adentro,
kilométricos eran sus diálogos
con mil fábulas e inventos.
Desnudado por ser gago
pese al énfasis en acentos,
lo escuchaban por Santiago
con eco hasta en Barlovento:
“Me ocurre cuando me embriago
con mi pudor sin su asiento,
que no se trata de rezagos
mis gases tan malo lientos.
No teman que no me cago
sólo es que ando flatulento
como lo diría Saramago
déjense de aspavientos”.
Pero en un día cruel y aciago
en infausto y triste evento,
haciendo suertes y amagos
en actos por demás violentos.
Comiendo sables cual tragos
como si estos fueran alimento,
jocoso decía “me empalago”
y vino la parca a su encuentro.
Y para concluir este estrago
dejo la moraleja del cuento,
sin culpa la parca de lo que hago
que el hilo vaya rápido o lento.
Lo dijo un tal doctor Sayago
un deceso por motivo violento
no se compare con un lumbago
menos con holocausto virulento.
Y me pregunta una chica prepago
¿Un toque violento será igual
al violatorio procedimiento
es decir, al viral o virulento?
Hermes Varillas Labrador
#FormandoCiudadanía” & “#ElArcoIrisDeLosNiños.