En el otoño del año 1803, el jóven matemático, Carl Friedrich Gauss, se encontó viajando por el coche de correos en Prusia , con destino a la ciudad de Koenigsberg, (hoy en día Kaliningrad).. Gauss quería mostrar el filósofo Emanuel Kant su tesis “Disquisitiones Arithmeticae”, pensando que por lo menos Kant entendería su obra, bastante pasado por alto. Kant, sin embargo, estaba perdiendo la batalla contra demencia y Gauss llegó demasiado tarde a obtener la interpretación de este filósofo.
El viaje a Koenigsberg de Gauss es realidad, el cuento es ficción.
El viaje había comenzado muy temprano en el día
ahora el cielo ya se teñia colores de la puesta del sol,
el cochero, los caballos y el único pasajero
necesitaron donde pasar la noche
Al legar a un pueblo el cielo había tomado el color de azabache,
nubes de tormenta habían usurpado el crepúsculo,
un rayo cayó, iluminando por un momento el aguacero,
volviendo la carretera en lodo
Al entrar la posada el calor y el humo le saludaron,
de otra manera que las miradas desconfiadas
de los fumadores de pipas de arcilla,
y el gato desapareció en la oscuridad de un recoveco
El sueño del jóven matemático fue muy inquieto
y se despertó angustiado al oírel repique
de una solitaria campana y el murmullo
de gente de prisa en dirección a la prqueña iglesía
Con curiosidad se vistió rápido a correr escaleras abajo
ya lo largo de la calle de guijarros, siguiendo
los aldeanos ya tomando asiento en los bancos
a escuchar la proclamación de pavor del reverente
“Tengan cuidado, el nigromancia esta de nuevo de ronda,
por allá en la cienága pantanosa donde las lámparas del infierno
iluminan la entrada al necrópolis de Hades,
a guiárles a las almas perdidos de los muertos”
Los gritos de miedo retumbaron por el campanario,
asombrado por la ignorancia común,
Gauss interumpió el pronóstico del sacerdote
para explicar el fenómino de las luces misteriosas,
siendo ellas reacciones químicas y nada a temer
Mientras el alba abría sus alas sobre el horizonte,
el jóven Gauss continuó su viaje con desánimo,
sabiendo que no había logrado convencer los aldeános,
todavía supersticiosos y apretando fuerte sus escapularios
De la red:
El intento inicial a explicar científicamente las causes de ´ignis fatuus`
(fuego fatuo) , hizo el físico italiano Alessandro Volta en 1776, cuando
descubrió métano.