Va cabalgando el llanero en su alazán “veranero”. Lanza sus coplas al viento y el mastranto con su aliento recita al llano contento, lo denso de un refranero. El perfume en la tonada va rociando a la alborada. Las gotas secan al sol y un reflejo tornasol se funde junto al crisol, con el alba enamorada. La sed la calma un aguaje y un tabaco sin linaje, quiere espantar las serpientes. Los caños con sus corrientes son de los ríos afluentes cambia el estero de traje. Para pasar la ribera la sabana es la primera, en ajustarse el sombrero, conoce todo el estero. Al llegar el aguacero la “chusmita” \"veranera\", se arropa para el invierno. El verano fue un infierno, de escasez y de sequía y cabalgando se guía, trochando mientras llovía, sus huellas verde lo tierno. Florece la primavera, mece el viento la palmera y estremece al “morichal”. Llena su vientre el juncal se convierte en torrencial, reverdece la pradera. La remonta de regreso ve en la llanura el exceso. La Naturaleza canta, tiene clara su garganta, se reprodujo la “danta”, en un matorral espeso. El llanero en su tonada deja la copla amarrada, quiere ver el arrebol. Con los venados al sol, ya se duerme el girasol, con la luna plateada.