Se tumba la arena
hasta verse
el dulce cráneo rodar
hembra de azogues
escarba la huella cruda
de nuestros ojos inmundos
escupidos por el rayo mayor
bajo mordaza de huesos peregrinos
y turbulenta piedra
si la luz es delación sin contemplaciones
acércame la invisibilidad tullida del espejo
para ser testigo
de la otra muerte perdonada
que sólo la soledad celeste observa