La inquietud de la noche
a horcajadas
momentos y puñales a flor de piel
gritan su dolor insondable
Los sonidos del viento
chocan con los cristales
tratando de calmar tantos agravios
Y ni, aun así
sale la bondad del cautiverio
ni se cierran las marcas
que curte mi gesto
más bien mi mueca
Los años perturban mi osamenta
mis ojos luchan incansables
contra los azogues y sus realidades
Y comienzo a transitar
mis accidentes
queriendo que quede lozanía
Me aferré a un gorrioncillo
y era una víbora
la que endulzaba mis bálsamos
con patrañas
y otros oscurantismos
Juramentos placidos
despampanantes
lanzabas en mis oídos
y por otro lado
el látigo dando
creyendo preservar con él
la confianza perdida
el sueño roto
el temblor de la primera noche
Sin darse cuenta de que de eso
sólo queda el polvo
suspendido en el aire
Mi rostro mustio
roto
tal vez ni rostro quede
La memoria aturdida
la presencia apagada
el corazón en pausa
A veces pienso
que es mi mejor versión
de la hecatombe
aunque las quebraduras sean gigantes
y solamente se escuche
una clave de sol
Perdida en la penumbra