Lloviendo vino la lluvia
de la noche a la mañana
sin parar ni dar respiro,
vino llena de nostalgias,
de ruidos suaves, divinos,
que dejan que estés soñando
mientras cae sin consuelo
sobre los techos amigos.
Lluvia de lagos lejanos
que no dejan de mandar
nubes chorreando de agua
todo el tiempo sin buscar
de mandar la nieve blanca
que ya no aparece más.
Lluvia que asusta a los pájaros
confundidos de calor,
mientras los bosques lejanos
lloran fuego sin pudor.