Gracias por permanecer junto a mí
La vida otorga momentos de felicidad
y muchas veces de tristeza, de dolor…
Paso por estos momentos.
Pero ante el dolor, se compensa
con tu presencia.
Triste y doloroso es sufrir
sin tener a nadie a su lado.
Y tú lo estás, hermana mía.
Antes de fallecer nuestra madre,
me solicitó: “Cuida a tu hermana”
Y lo he hecho, desde siempre.
Tú te enteraste de su pedido
no hace mucho tiempo.
Hace muy breves años que lo sabes.
El cuidarse y protegerse entre hermanos
es parte de la misión de cada ser.
La hermandad sanguínea fluye
a través de los buenos sentimientos del corazón.
Hoy he necesitado comentar este suceso.
Realizas a través de tu amor fraterno,
este sentimiento de solidaridad
hacia mí, el cual nunca he de
dejar de agradecer.
Casos similares al nuestro existen, sí.
Y es así como debe ser.
La fraternidad nunca dejará de existir,
Existiendo puros sentimientos
del alma y corazón.
Bendita seas, hermana mía.
Cinco hermanos hemos sido.
Y sólo quedamos en este mundo,
nosotros, los más “pequeños”
de los cinco hermanos.
Los otros tres, “mayores”,
ya no están.
Carlos Alberto, Salvador Félix, José Horacio…
Moran en la casa del Señor.
Él está junto a nosotros.
Y lo amamos, como Él a nosotros ama.
Eres un ser muy especial, querida hermana.
La mejor amiga de las amigas.
Y tu gracia y sinceridad, son permanentes.
Cuánto las amistades te quieren…
No es para menos.
Te lo mereces, por ser como eres.
Gracias Marta. Infinitas gracias, hermana del alma.
Hoy, no quiero derramar una lágrima.
Pero al recordar el pasado… me emociono.
Somos los hijos
de nuestros amados padres.
María y Alberto.
¡Cómo no emocionar!
Ellos, que velaban permanentemente
por nosotros, sus hijos, frutos del amor.
Un amor que perdura...
aunque décadas pasen...
Autor: Hugo Emilio Ocanto
22-01-2021