En las macetas
florecen los geranios
en primavera.
En las aceras
caminan las personas
todos los días.
En los suspiros
se esconden los silencios
de tantas almas.
Esos geranios
de flores temblorosas
como tu piel.
Y las personas
de pasos presurosos
buscan a dios.
Pero el silencio
produce escalofríos
y hasta temor.
La primavera
no sabe de geranios
ni de macetas.
En cuanto a dios
nos dice, que los hombres
vuelven al barro.
Van al silencio,
vivero de suspiros,
risas y lágrimas.
Rafael Sánchez Ortega ©
07/09/20