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Aunque pueda sonar como algún cuento
no existieron juguetes en mi infancia
la pobreza que tuve en abundancia
casi casi, me roba hasta el aliento.
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De ese ayer, su enseñanza no lamento.
A la vida perfuma la fragancia
del sueño que mantiene la constancia
decía al ver mi marcha contra el viento.
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De esos días, en donde la inocencia
permite de la risa su presencia
yo atesoro el soñar con las muñecas.
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Hoy por eso en mi tienda de juguetes
no cambio las muñecas por billetes.
Las regalo, diciendo que están chuecas.
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