Me zambullo en unas sábanas que no saben
De tu piel, pero la inventan;
Tritones del trap, enmudecidos de éxtasis.
Ya los peces de las yemas de tus dedos boquean
En busca de paz, pan y aguas dulces
Y la noche es un cigarrillo que se consume a sí mismo
En un cenicero tan empapado en cenizas
Como nosotros.
Todavía recuerdo cada una de tus palabras,
Aunque el sentido que les dieras fuese una fragancia
Que se escapó de mí y tuviese que recrearla
Como a un tempo o a un matiz.
Yo recuerdo como quien acaricia.
Puede que la vida sea
Ese colectivo que no frene, que ni siquiera pase;
Puede que también nos esté esperando
En otro andén, o llegue por mar.
Aburrido como un estudiante,
Yo sólo creo en la cartografía de tu cuerpo
Y en la impaciencia absorta que deshoja mis manos,
Tan lejos de tocarte.