Miguel Angel Garrido

CERCANIAS DE MONTJUIC

Debajo del sol, el paisaje ofrece

acantilados,

                 la historia de cómo

el vivir diario crece en todas partes.

Inerme, por las plazas se ha perdido

el tiempo. Más oscuro,

                                más frío y turbio

que las estatuas en el promontorio.

Las altas torres de cemento, aún ahora

parecen hombres sordos,

pintorescos

como un dios de metal enfrebrecido.

Cierro los ojos

y hundo la memoria

en las nocturnas piedras de los pórticos. 

 

Cercanías de Montjuic, primeras ramas

flotando en el difícil aire,

                                   lentas,

como sonriendo con paciencia al día. 

Frente al camino,

capas de entusiasmo.

Un perro blanco corre por el agua

y su figura invade las lejanas

rocas, el vientre de la hermosa calle. 

 

Tiempos felices,

discretos rincones

por la brumosa orilla de hormigón.

Ciudad dormida

envuelta de colores,

donde la luz dibuja el mediodía

en la muralla de un noble castillo.