El mismo lienzo rajado y las luciérnagas apagaron su luz.
Las memorias del tiempo son un soplo de reminiscencia tarda.
Veo los lustrales acompañándos de alfiles blancos bañados del ámbar de tus ojos y del sol de tu pelo.
Te llevo en mis funestas plegarias dirigidas a Afrodita.
Te espero en el sepulcro de mis ilusiones.
Te imagino como pergamino cremado bordado de naipes.
Me hundo como pececillo en tu rivera del sur.
Mi corazón es una cumbre sin aviso, donde nadie asiste.
Ha caído mi alma de cristal.
Es hora de descansar.
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