María Amelia Diaz

FLOR NEGRA

Una flor clava su estigma en mi carne,
abre sus pétalos sobre el corazón y lo desangra,
hasta volverse púrpura,
como un vampiro insaciable echa raíces,
hiende, chupa y sobrevive en mis arterias.
Ahora le crecieron espinas que se cruzan y conspiran
[ávidas de túneles,
llegan a los abismos del amor,
un remolino perdido que se transmuta a puro puñal.
Es el momento del recuento:
Jugué mi corazón y la intemperie me lo devuelve roto,
extranjero en manos impiadosas que escarbaron sin
[tregua;
voy a guardar mi derrota donde se ahoga el sueño.
He triunfado otra vez sobre la tierra prometida,
sobre el paraíso donde me obligan a entregar la manzana.
Cambié resplandor por luz,
vértigo por herida,
y muerte por locura.
Para erguirme cerré el fondo del alma,
mi reino inmóvil donde a veces asomo:
allí la flor no llega.
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