Me resulta imposible dejar de pensarte, extrañarte, sentirte, desearte.
Eres el Escoses que no ingerí.
Eres la luna que no bese.
Eres el ocaso que lloré.
Eres lo mejor de mi.
Me medico tus ósculos de rodilla, el roce de tus dedos en mi mejilla y un encierro por cien dias.
Tus ojos, tus ojos claros como el crepúsculo vienen a mi en albas de insomnio.
Tu pelo, tu pelo ondulado como las olas me invaden a todas horas.
Tu voz, tu voz tan suave como el rocío de una flor me retumba la noción.
Me estocaste con tu daga,
guardo hemorragias profundas.
Aun respiro,
descanso, me levanto y prosigo.
Inaccesible para mi.
Para los demás, no sé.
Te añoro con pesar.
Te quiero con dolor.
Te amo con la hoguera de mi corazón.
No te olvido, aunque quiera yo.
Te pregunto;
¿Me darás la cura para tu olvido?
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