Te espero al atardecer, mirando al horizonte, te espero en algún lugar que aún no hemos definido como nuestro, pues aún no has venido a mí para vivirnos y recorrer nuestros caminos y definir nuestros atardeceres. Te espero como los ojos que esperan un eclipse, con paciencia infinita para que acontezcas en mi vida y la maravilles por un instante que quizá se vuelva eterno como el universo. Y aquí estoy, con los ojos cerrados, imaginando tu llegada con tu cabello al viento y tus pasos firmes hacía mi, espero como las ansias de quién está preso espera por su libertad, y yo, yo espero librarme de esta soledad para caer preso de ti.