Hay una manifestación clara
y una luz titubeante. Una proposición
indecisa, y un párpado de caracol fósil.
Una luna sin vientre, incita al asesinato.
Partículas de dureza extrema, asimilan
su conjunto de nieblas opresoras.
Hay una madera rota en cada persiana,
y un monumento quieto y fosilizado
en cada habitación sin almohada.
Un grito de tierra que acumulan
los latidos dementes de las sombras.
Los dormitorios se llenan de escombros,
y la luna apenas apacigua los secretos
que el mármol encierra.
Sin agua no se llega al claustro;
el deterioro de las venas es evidente
cuando las flores se marchitan en los delantales.
En cada esqueleto flota la venganza quieta
de los almanaques y las cosechas destruidas.
Yo doy de comer a mis pájaros y me meto
en casa, pronto y repentinamente-.
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