A veces miras hacia adentro y no hay nada.
Es imposible soslayar las consecuencias de esta acción, consigo trae esa inquietud constante de entender, de entenderte.
Se expande cada vez más y te toma con fuerza.
En este mirar hacia adentro, las probabilidades de sentir dicha se asemejan a la nada.
Te miras a vos mimos y te asustas, te asustas de las veces que silenciaste cosas, dolores y cosas jamás dichas. Te miras a ti y tus errores.
Un viaje a tu pasado y presente que viene encima de ti como tormenta y te aterroriza.
Y en este mirar se despierta la ansiedad, el pánico, ese miedo irracional.
Siento una y mil veces más que el pecho se cierra y que tal vez nadie pueda sostener mi mano, además de mi misma. Enfrentar miedos y viejos traumas para poder tomar esa bocanada de aire que tanto nos hace falta a todos.