Seca tus ojos
de lágrimas amargas
que son pasado.
Vive y arranca
sonrisas y alegría
del nuevo día.
Y luego toma
la mano que te busca
en el camino.
Siente los dedos
ansiosos de caricias
y de ilusiones.
Dale tu sangre,
tu voz y tus latidos.
No tengas miedo.
Queda un camino,
de sendas y de sombras
que hay que pisar.
Luego, sin prisas,
camina tras las huellas
de la utopía.
Son invisibles,
difíciles de ver,
trozos de un sueño.
Y es que los sueños,
son parte de la magia
de nuestra vida.
Rafael Sánchez Ortega ©
10/09/20