Fue a la orilla del rio
cuando te empecé a querer.
Tu te sacaste el vestio
y yo te hise mujer.
Tu tenías quinse años
yo tenía treinta y seis.
La cosa era complicada.
Peor no podía ser.
No lo dijiste a tu madre.
Yo no dije a mi mujer.
Sería nuestro secreto,
como debía de ser.
Y nos hicimos amantes,
circunstansia del placer.
Estaba el amor por medio
y nada pudimos hacer.
. . .