La plazoleta, los árboles,los niños,
arbustos jóvenes, savia de tierra vieja
y por los lados, tan fria la muchedumbre,
mas no se altera su cálida presencia.
Apenas piso los frescos corredores,
la angustia de la vida no me inquieta,
evoco entonces antiguos corazones
y de recuerdos,mi mente ya se preña.
Yo sé que Dios palpita en todas partes,
sé que prodiga su presencia inmensa,
sé que es un ansia infinita de buscarme
sé que responde cuando habla la conciencia.
Pero hoy, sobre este muro blanco
del seminario, que ampara la plazuela,
siento que hay sitios que parecen santos,
que Dios Eterno preferir quisiera.
De mi existencia ya se atempera el fuego.
la escarcha anuncia que la nieve llega,
mas por fortuna hay sitios como este,
donde se vive una eterna primavera.