Tus besos saben a mar
de un salitre penetrante,
con su poder embriagante
… difíciles de esquivar.
Siempre los recibo ansioso
pues los brindas con amor,
dando a mi cuerpo calor
por su temple tan fogoso.
Son tus besos los más sabios
y mi boca se abre sola,
cuando me asaltan sus olas
en la playa de mis labios.
Besos sagrados que escondo
en un vacío de mi alma,
y los disfruto con calma
aunque el mar me lleve al fondo.
Finalmente son gaviotas
que desde tu boca vuelan,
y cuando llegan consuelan
ese ardor que a mi me brota.
Estarán en mi clavados
por toda la eternidad,
mas con una salvedad;
siempre a mi... bien amarrados.
Jorge Horacio Richino
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