Hace un tiempo me gustaba
preguntar si tanta lluvia
a la nieve la borraba
para otro tiempo mejor.
Pero entonces de repente
volvió la nieve a nevar,
y nevó con tanto brío
que nos frenó todo andar
por dos días tan tupidos
que no los puedo olvidar.
Los caminos se llenaron
de cosa blanca sin fin,
las máquinas no pasaban
porque total para qué
si la nieve acumulaba
su gusto usual de cubrir
las calles otra vez blancas
lo que máquinas limpian
en cada hora anterior.
No hubo viento,
solo nieve,
tanta nieve sin parar
que repetirlo no es malo,
es saber aprovechar
de tanta sabiduría
que nos dejara el nevar.
La nieve llegó,
no hay lugar a dudas,
llegó y nos cubrió
los techos, los pinos,
los caminos grandes,
los cortos, los chicos,
las rutas grandiosas
y las calles solas
que nadie transita.