Oscuro el entrecejo,
ameno
porque el piafante anhelo
se detuvo ante mis ojos crédulos.
Volví a soñar tu cuerpo
de Afrodita benigna. En el lucero
de tus pechos
y tu vientre de mundos descubiertos
caí de nuevo.
Saludar quise el aroma sempiterno
de piernas vivas y llegar más lejos,
vivir la luz de corazón moreno...
Te amé tanto sin urdir en tus adentros.
Te presento
mi miedo
olvidar tu voz, la rosa de tu cuerpo
desnudo, aún virginal para mi tiempo
y que nunca tus besos
desarrollen la paz de mi silencio.
Marcos.H. 25.01.2021