Te resulta complaciente
cuando me sientes completo,
como quien oye dormido,
tus gemidos en concierto.
Me despierto boca arriba
mientras tú cabalgas lento,
mi mirada penetrante,
parece de sortilegio,
se clava como una daga
y asesina tu silencio.
No entiendo lo que susurras.
Un trabalenguas al viento,
siento que vuelas bien alto
de pensarlo, me da vértigos,
completamente mojada,
amerizas en mi pecho.
Introvertida tu carne…
extrovertido mi cuerpo,
lo que yo llevo por fuera,
tú lo invaginas sin miedo.
Como “diva” que gatea
mueves tus senos convexos,
como péndulos que suenan,
en las campanas de un templo.
Te apoyas sobre tu espalda,
dejas entrever tu encierro.
Una ventana se corre,
me permite ver el cielo,
tiene matices de rosa,
toco estrellas en tu techo
y cerrando bien los ojos,
siento claro lo de adentro.