Con pelaje de algodón
y ojitos como carbón,
Sammy ladrando alegraba
y cuando ingenua miraba
rápidamente extasiaba
y al corazón hechizaba.
Era una lista perrita,
graciosa, tierna y bonita.
Con su rosado listón
elegancia prodigaba
con su pulcra figurita.
Con su dueña, cariñosa,
una relación dichosa
que todo el mundo admiraba,
entre ellas amor sobraba,
sin duda las acercaba
porque afecto demostraba.
Fue bendición su presencia
una genial convivencia.
La relación armoniosa
en dolor se trasmutaba
cuando se aceptó su ausencia.