Amanecer treinta y dos
Hoy me levanté más temprano,
algo me impulsaba a llegar pronto,
anoche cuando me iba, me asustaste mucho,
sentía que te ahogabas,
te hicieron terapia y quedaste tranquila,
cada vez que esto pasa, es mi infierno.
He tenido una agitada mañana,
entre suministrar tu nutrición,
bañarte, peinarte, darte café...
he visto como mueves tus labios
y haces gesto de agrado.
Enviamos mensaje a los muchachos,
hablamos de nuestras cosas,
te comenté el problema del precio del dólar,
nuestras acciones en la bolsa de New York,
la negociacion con los árabes para...
el petróleo de la lámpara del comedor...
En fin fue una mañana, de junta directiva, complicada.
Te estoy mimando tanto
que no quieres que me quite de tu lado,
te di la nutrición de las doce,
te dije iría a almorzar,
hiciste tu gesto de enojo, que me hace reír mucho,
hinchas los cachetes como el topo Gigio...
Fui y no demoré, habías llorado.
No te dejaré jamás, mi amor.
Acerqué mi cara a tu boca y recibí mi beso rico,
con sabor a cicilina, quedaste tranquila, durmiendo.
No me importa que reclames que no me quite de tu lado,
eso hará que ni el Alzheimer, me lo haga olvidar.
Cada día tus pequeños progresos,
hacen que me enamore más de ti,
por tu coraje,
tus ganas que quedarte a mi lado;
soy inmensamente feliz cuando te presiento tranquila,
pero mis angustias se acrecientan,
cuando permaneces inmóvil,
con tus ojitos moribundos
y tu negacion absoluta.
No quieres que me aleje un segundo,
prométeme que tu, te quedarás también.
Ron Alphonso
26 de enero 2021