Hoy, día de la memoria, en memoria de los millones de asesinados.
La diferencia entre nosotros, la raza de los superhombres, y las razas inferiores, está en esto: si tenemos un ideal, hasta la tarea aparentemente más insignificante hace de ti, un individuo en resumidas cuentas común y banal, un elemento indispensable del organismo superior, destinado a imponerse y mandar. Esto nos diferencia de los que se agolpan aquí abajo, bajo nuestros pies, como enjambres de insectos, en una babel de lenguas incomprensibles, de balbuceos cacofónicos, de cantos e himnos ridículamente nostálgicos. No tengo palabras para expresar el horror y al mismo tiempo la alegría que me embargan cuando ese zumbido llega hasta aquí arriba, a mis oídos, a través del techo de cemento. Porque entiendo todo el valor de mi gesto, en el momento en que dejo caer en el conducto los cristales de Zyklon B.