En el cuaderno
quedaron los poemas
de aquel verano.
Versos de ratos
pasados y vividos
entre los sueños.
Días de magia
con paz y con ternura
junto a las olas.
Y aquellos días
mirando, en la distancia,
ponerse el sol.
Hubo mañanas
que el gallo despertaba
amaneciendo.
También las noches
quedaron reflejadas
con su misterio.
Y en el cuaderno
hoy veo las caricias
que compartimos.
Labios ansiosos
buscándose en el beso
y en la pasión.
Ojos que amaban
y dedos que escribían
a un corazón.
Rafael Sánchez Ortega ©
12/09/20