Mujer Amante.
Ya lo sé,
no he sido testigo de lo que sucedió
el frío de la noche me lo confirma
que ya no estaba presente aquello que tanto amé.
Me di cuenta aquella noche
cuando rocé tu piel limpia y blanca,
distinta a tu conciencia,
que te delata,
que te lastima.
Me di cuenta que no soy el mismo
me di cuenta que no soy el único.
El único testigo de aquel cuerpo desnudo,
el único que hizo sonrojar tu piel.
Y en el frío de aquella noche
resuena aquella interrogante en mi cabeza
Realmente...
¿Realmente fue mío lo que tanto amé?
Veo la mirada fría desvanecerse en la pantalla
desapareciendo incluso de tu propia realidad.
La ansiedad que provoca tomar mi mano al andar
me han hecho víctima de mis demonios
que me repiten una, y otra vez.
Realmente...
¿Realmente fue mío lo que tanto amé?
Acaricio tu piel blanca
que se va erizando a medida del contacto
saltas como fiera sobre mi,
gimes, gritas, bailas, gozas,
pero realmente...
¿Realmente soy dueño de ti?
Caes derrotada ante el éxtasis del orgasmo
mi cuerpo siente tu humedad.
Te siento tan mía,
me sientes tan tuyo.
En el frío de la noche estamos sólos tú y yo.
Hoy no existen dudas,
esta noche la pantalla no ilumina tu mirar.
Pero ¿Qué pasará cuando amanezca?
cuando quieras continuar con la mentira
lavar tu cara de mujer amante,
fingiendo pureza entre tanta suciedad.
Donde ni tú recuerdas cual es mi mentira
ni cual es tu verdad.
¿Qué pasará cuando amanezca?
cuando quieras continuar con la mentira
siendo mía por la noche
Pero ¿Quién te tiene cuando es de día?
Responde, con recelo ese mensaje,
seca tu cara de mujer amante,
no es tu verdad lo que me repites
una y otra vez.
Asúi que dime:
¿Realmente fue mío lo que tanto amé?
.
.
.
Juan Manuel Hernández.