“Fue cuando comprobé que murallas se quiebran con suspiros y que hay puertas al mar que se abren con palabras”
Rafael Alberti
Fue al calor de un agosto,
cuando en la noche brillante, al sereno,
tu corazón dormido
tímido empezó a palpitar de nuevo.
Fue un suspiro profundo
el que quebró poderoso los hierros
que te ataban tenaces
al yugo del temor y del recelo.
Fue la dulce palabra,
que se hospedaba en mi labio sincero,
la que asaltó la fosa
con que habías protegido tu cuerpo.
Fue al refugio de sombras,
que guardaron cómplices el secreto,
cuando accedí a la torre
en la que ocultabas tus sentimientos.
Quedó de par en par
la pasión que te abrasaba por dentro,
y tu boca anhelante
rendida me consintió un primer beso.
Un segundo suspiro,
del amor que desterraba mi aliento,
rasgó el cendal de tu alma
y se me abrieron las puertas del cielo.