Cada tanto en el altillo
dónde recuerdos florecen
revolviendo se aparecen
como entre cantos de grillos
guardados por los bolsillos
de pliegues que tiene el alma
y aferrándose a mí palma
el yo niño encuentra lazos
contenido en mil abrazos
cubierto con una talma.
Pudo sentir el abrigo
conseguir la plenitud
que empujó a la juventud
trayendo el amor con sigo,
es por eso lo persigo
a ese niño divertido
ante el mundo inadvertido
que no siente algún despojo
más ha hecho lo que su antojo
y su sentir fue sentido.
Clemencia imploro al olvido
porque no quiero olvidar
no me vaya a abandonar
todo aquello que he vivido
muchos años ya se han ido
la cabeza gris se ha puesto
y quizás será por esto
que del niño poco queda
y en los sueños de vereda
ser feliz no lleva impuesto.