Ya casi no tiemblo en la tormenta
Que encharcaba el horizonte convidado,
Ni en la fascinación absorta de un vacío
Que se aniquila y se gesta a sí mismo,
Insondablemente repetidor.
(Heme aquí, curado hasta el mismísimo cuero).
Dibujo circulitos en tu espalda
Adormilándonos en la pimienta y la miel,
Me dejo llevar en la onírica
De una procesión de hormigas hacia tu ombligo.
Me disuelvo en ese vaivén anhelante,
En los ritmos que se generan, los derrames
Y tu boca reclamando mi cuello,
Como quienes descubren en el cielo
Un Otro Cielo. Dibujo tus labios
Y en esta absurda transgresión de figura
Y fondo en la que me miras desde otro plano,
Deseándome(,) mudo y desnudo.
Ya mis hombros croan la mejoría del triste,
Una salud de circunspectos solitarios. Te pienso
Como Sísifo a su piedra, así quizás te ame algún día.
Hoy me place esta cadencia de subidas y bajadas
Sin saber aún si me muevo en el océano
O en tu cuerpo.