Tomaste pinceles y colores y comenzó el día,
La duda siempre estuvo ahí, la duda nunca desaparece.
Y creciste creyendo y corriste y te caíste y te levantaste, reíste de nada y lloraste.
Después tuviste esperanza y miedo, te enamoraste y tuviste amigos.
Tuviste un hijo pero tú alma estaba sorda,
El mundo era de materia y tiempo.
Ese niño de mejillas rojas te recuerda la mentira que antes te hacia feliz,
La verdad que quisiste creer cuando no sabías la diferencia entre verdad y mentira.
Ese sueño vive en tu hijo y vivirá en el hijo de tu hijo.
Si lo real no vale la pena, inventemos una mentira que nos permita vivir,
Por mientras que se extingue esta llama, este error.
La pena y el miedo a la muerte comienzan con el fin de la magia, del juego… de la mentira que no quiere ser verdad, de la verdad que quiere ser mentira y de la vida que quiere ser muerte y la muerte que quiere ser vida.
El absoluto profundo de una existencia.
Y empieza el día y la noche y de nuevo el día.
Verano, otoño, primavera, invierno y frio y calor y Dios y dioses.
El alma y el cuerpo, el trago, las traiciones, los amigos, las mujeres, el bien, el mal… y al fondo una luz que no vemos con los ojos de agua ni palpamos con nuestras manos de carne y hueso…
Todo muere y todo nace y uno muere y nace a diario. Se esconde el sol y salen las babosas y caracoles a preguntarte… a sacar los ojos marcianos entre lo sucio y frio de tu pieza y tu alma se esconde dentro de todo lo que ves y sientes. Piensas que todo es un sueño, un sueño absurdo e innecesario, pero una luz entra en tu ventana y pega en tu cara casi tan fuerte como en tu alma y sonríes. Es un nuevo día. Amaneció. Sales feliz y corriendo a las calles y ves el mundo por primera vez. Los colores, los aromas, la gente. Esa otra gente legítima y con miedo igual que tú. Amas todo, a las plantas, a los perros…
Todo es un ciclo…
Veo el hijo que nunca tuve, lo abrazo y le cuento que todo está bien. Lo amo más que a mí mismo, pero es un sueño y siempre hay que despertar.
Ya de viejo tus amigos murieron, los mataron… Los mató la vida, la noche, las baratas y los hedores a putrefacción, el dinero, las mujeres, y ya no hay luz que pueda golpear tu alma cansada de existir y crees que vas a despertar o morir… y no queda nada que hacer, es demasiado tarde.
Ves ojos con piernas pudriéndose y caras sin almas, sin nariz ni ojos ni sonrisas y sientes un miedo profundo…
Pero amanece de nuevo, despiertas y al final… al final todo sigue casi igual…