La indiferencia de los rostros
rejuvenece
como el tañido turbio
de una oración traicionada
rosaleda vestida de vaivén
simiesca prontitud del paisaje
que percute
en la sublime insolencia
de las cosas
luz que sangra
y esculpe la rampante oscuridad
en la mirada soñada
marmórea simiente del oro