Mael Lorens

LA PETITE MORT.....

Follar..Follar..malditos...los que hemos follado mucho y derramado el néctar de la vida en ovarios distintos, flotando entre la humedad del deseo y la ternura, nos hemos despojado definitivamente de esa animalidad que todos llevamos dentro, ahora desde la Espiritualidad que se alcanza con la edad avanzada, recordamos esos momentos tan agradables con el corazón en la mano y la nostalgia que esos tiempos pasados añora.

Siempre me pregunto si tendré por el Mundo algún bastardo mío preguntando quién es su Padre o que estarán haciendo esos otros hijos perdidos en las cloacas que todos hemos en ellas derramado...

A veces pienso que acabaré algún día senil, sería una pena porque yo de todas esas experiencias las guardo en mi memoria y aunque tenga la conciencia tranquila, siempre se tiene dudas de los caminos que en vida recorrí

Pero Follar, que por cierto es una palabra muy vulgar, es lo que hacemos todos, unos enamorados de esa persona que nos gusta, otros locos de deseo y lujuria, los hay que han follado borrachos de alcohol y al otro día solo quieren olvidar lo acontecido como un pecado ocurrido por causas ajenas y cuyos daños colaterales siempre se les achaca a que no recuerdan nada, pero que en ese instante que han follado como locos sacando de adentro todos sus demonios, eso precisamente no lo confiesan.

A mis presuntos bastardos les digo Follar, Follar malditos, y no me habléis de amor, porque el Amor es otra cosa que nada tiene que ver con el deseo de follar y beber los flujos del placer, el Amor hay que tomarlo en serío de una Puta vez. No, no le llames Amor a lo que es simplemente deseo, atracción y sexo, algo que necesita el vivo para sentirse biológicamente satisfecho.

Follar es un placer, pero como todo en la vida hay que hacerlo bien y eso solo lo da la práctica, mente, corazón, sensibilidad y técnica en definitiva Follar como un Dios es un arte que llegan a dominarlo pocos artesanos adictos al placer carnal.

Principalmente para que lo que llamamos Polvo, no dure más que un minuto y el placer sea largo y compartido, y si es posible, que lo es, que se folle muy bien marcando sus tiempos y probando las acrobacias del cuerpo para alcanzar la suprema y bien llamada Petite Mort los dos a la vez, porque al final de cuentas cuando uno se entrega es para hablar con Dios y tocar las estrellas que brillan en
el cielo e impacientes nos esperan que las acariciemos también

Mael Lorens
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de Autor 29/01/2021