Con la angustia pensé en un sagrario,
y cómo se transformó en Holocausto.
Quería saber y ver ese raro escenario,
que fue brutal y dejó un final infausto.
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Polonia, a ti llegué a ver las verdades.
Desde niña veía el drama con horror,
en tu suelo y recintos se fraguó dolor.
Venían inocentes de disímiles edades.
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Nunca imaginé en mis precocidades,
que tal infierno existiera, en realidad.
Allí, se cometieron magnas crueldades
y lo que se dijo, era una gran verdad.
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Juré que iría, no quería, me contaran
lo que mi sensible corazón percibiría.
Y así lo hice, aunque unos se burlaran.
En mi alma sabía que era una osadía.
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Obstáculos se cruzaron en mi camino
Pero, mi afán de llegar fue más fuerte
Y llegué, para mirar la obra del asesino.
Todo se dio como esperaba, tuve suerte.
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Aquella soledad testigo de tal tragedia
aún me habla al oído y escucho el grito.
Cuánta pena, tanta injusticia que asedia.
Y, allí, por los caídos, hice de la fe, un rito.
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Mi curiosidad no mató la pena y el dolor.
Sí, me hizo más humana y más sensitiva.
Miro atrás y agradezco que vi el horror
y, hoy reconozco las conductas lesivas.
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Auschwitz, aún existe, donde hay verdugos.
En los suelos teñidos de sangre inocente
y donde han habido inmolados por los yugos.
Allí, quedó el mal, como recuerdo viviente.
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Mi alma teme por éste, mi suelo que sufre...
Venezuela está de luto y la maldad la cerca,
Satanás anda tirando sus vapores de Azufre.
Oración pedimos, pero la gente es muy terca.
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¡Nunca se ha de olvidar el mal que acecha,
ya que a esta hora el mal no tiene fecha!