Las aves trinan sin parar aguardando el entretiempo, anhelando que las ramas vuelvan a cobijar sus nidos.
Es enero y el viento presuroso sopla fuertemente arrastrando ocres hojas que quedaron del ayer. En mi testa los recuerdos no dejan de danzar y mi boca compungida en secreto reitera una horrenda bastedad. ¡Vete a la mierda! Repitiendo la expresión malsana salida de malévola boca, guardada celosamente en un vil corazón camuflado de cordero, ahí en lo insondable del alma esconde la maldad.
Sigo andando por la vida sin esperar nada a cambio, si ese amor a quien todo le entregué fue capás de enterrarme la daga de la traición y en mi cara se burlaba de mi gran ingenuidad.
¿Qué me puedo ya esperar? Y las aves en concierto me responden, ¡Hay que saber elegir!
Y en mi rostro se dibuja la esperanza de nuevamente el amor algún día pueda volver a encontrar. Génesis de la ilusión, brota de mi humilde corazón la esperanza y mi rostro se torna sonriente tratando de olvidar aquel mal amor.
Autora: Ma. Gloria Carreón Zapata.
Imagen tomada de Google.